Acción promovida por Vía Importantísima
Porque nunca se sabe qué puede suceder
Queremos explicarte algo en lo que quizá no hayas reparado
nunca, pero que, sin duda, cambiará tu percepción acerca de tu propia
seguridad.
Por el mero hecho de levantarte de la cama cada mañana, te expones a un montón de peligros que pueden tener mortales consecuencias. Salir a la calle, aunque sea para comprar el pan, puede ser un viaje solo de ida.
En Estados Unidos, por ejemplo, una de cada cinco personas morirá a causa de una enfermedad del corazón; una de siete, de cáncer; una de veinticuatro, por derrame cerebral; una de ochenta y cuatro, en un accidente de tráfico, una de doscientas dieciocho, por una caída... Las cifras son estremecedoras, sí, pero también muy elocuentes: cada día es una apuesta en una terrorífica ruleta rusa. Da miedito, ¿eh?
Por el contrario, de lo que es raro morirse es de parto: en España, son seis mujeres por cada cien mil nacidos vivos las que mueren por causas relacionadas con el embarazo y el parto. Poquitas, ¿verdad? Y, sin embargo, en cuanto una mujer entra por la puerta de Urgencias y dice “estoy de parto”, casi antes de tomarle el nombre ya le están canalizando una vía intravenosa, sin saber siquiera si va a ser necesaria. Y que no se le ocurra negarse, porque puede llegar a escuchar que es obligatorio ponérsela si quiere parir en ese hospital.
¿Por qué a una mujer de parto se le pone una vía que, casi seguro, no va a necesitar y que solo puede incomodarla, y en cambio no se le pone a diario y de manera obligatoria a todos los ciudadanos, teniendo en cuenta que es mucho más probable morirse por una caída accidental que por un problema en el parto?
Nosotros, mujeres y hombres, ciudadanos concienciados, queremos extender el privilegio de las mujeres de parto, el derecho a tener una vía canalizada en todo momento, al resto de la población y exigimos desde aquí a la SEGO y a los jefes de servicio de Ginecología y Obstetricia de los hospitales públicos que se impliquen para convertir en realidad nuestra cívica propuesta: que la canalización de una vía intravenosa sea obligatoria para todos.
Alguien podría poner la excusa de que, en época de crisis, no es factible invertir en canalizar una vía a todo el mundo, pero ello no sería más que una falacia, por cuanto el mantenimiento correría a cargo de cada persona y solo periódicamente se visitaría a un enfermero para asegurarse de que tanto la cánula como la vena están en buen estado y, si fuera necesario, cambiarla de lugar. Al contrario, la canalización obligatoria y de rutina ahorraría unos minutos que pueden ser preciosos en una actuación de emergencia, lo cual redundaría en un importante ahorro, tanto económico como en términos humanos, para nuestro sistema de salud.
Por estos motivos, los abajo firmantes solicitamos al Ministerio de Sanidad, Políticas Sociales e Igualdad que se comprometa en firme a llevar a cabo nuestra propuesta de hacer de la canalización de una vía intravenosa un procedimiento preventivo obligatorio y rutinario.
Apóyanos con tu firma. Esto nos compete a todos. ABRE UNA VÍA EN TU VIDA.
Por el mero hecho de levantarte de la cama cada mañana, te expones a un montón de peligros que pueden tener mortales consecuencias. Salir a la calle, aunque sea para comprar el pan, puede ser un viaje solo de ida.
En Estados Unidos, por ejemplo, una de cada cinco personas morirá a causa de una enfermedad del corazón; una de siete, de cáncer; una de veinticuatro, por derrame cerebral; una de ochenta y cuatro, en un accidente de tráfico, una de doscientas dieciocho, por una caída... Las cifras son estremecedoras, sí, pero también muy elocuentes: cada día es una apuesta en una terrorífica ruleta rusa. Da miedito, ¿eh?
Por el contrario, de lo que es raro morirse es de parto: en España, son seis mujeres por cada cien mil nacidos vivos las que mueren por causas relacionadas con el embarazo y el parto. Poquitas, ¿verdad? Y, sin embargo, en cuanto una mujer entra por la puerta de Urgencias y dice “estoy de parto”, casi antes de tomarle el nombre ya le están canalizando una vía intravenosa, sin saber siquiera si va a ser necesaria. Y que no se le ocurra negarse, porque puede llegar a escuchar que es obligatorio ponérsela si quiere parir en ese hospital.
¿Por qué a una mujer de parto se le pone una vía que, casi seguro, no va a necesitar y que solo puede incomodarla, y en cambio no se le pone a diario y de manera obligatoria a todos los ciudadanos, teniendo en cuenta que es mucho más probable morirse por una caída accidental que por un problema en el parto?
Nosotros, mujeres y hombres, ciudadanos concienciados, queremos extender el privilegio de las mujeres de parto, el derecho a tener una vía canalizada en todo momento, al resto de la población y exigimos desde aquí a la SEGO y a los jefes de servicio de Ginecología y Obstetricia de los hospitales públicos que se impliquen para convertir en realidad nuestra cívica propuesta: que la canalización de una vía intravenosa sea obligatoria para todos.
Alguien podría poner la excusa de que, en época de crisis, no es factible invertir en canalizar una vía a todo el mundo, pero ello no sería más que una falacia, por cuanto el mantenimiento correría a cargo de cada persona y solo periódicamente se visitaría a un enfermero para asegurarse de que tanto la cánula como la vena están en buen estado y, si fuera necesario, cambiarla de lugar. Al contrario, la canalización obligatoria y de rutina ahorraría unos minutos que pueden ser preciosos en una actuación de emergencia, lo cual redundaría en un importante ahorro, tanto económico como en términos humanos, para nuestro sistema de salud.
Por estos motivos, los abajo firmantes solicitamos al Ministerio de Sanidad, Políticas Sociales e Igualdad que se comprometa en firme a llevar a cabo nuestra propuesta de hacer de la canalización de una vía intravenosa un procedimiento preventivo obligatorio y rutinario.
Apóyanos con tu firma. Esto nos compete a todos. ABRE UNA VÍA EN TU VIDA.
Al firmar la petición estarás enviando esta carta
Destinatario: SEGO
De acuerdo, quieres firmar para que nos pongan a todos una
vía. Te hemos convencido con nuestra retórica, ¿eh? ¿O ya te habías dado
cuenta de que estamos de guasa?
Venga, ¡no puedes ser tan hipocondriaco en serio!
Ahora es cuando te contamos quiénes somos y de qué va todo esto: somos un grupo de hombres y mujeres que pretendemos convencer a los desinformados y opinólogos varios (algunos médicos incluidos) de que el parto es un acto fisiológico que puede y debe transcurrir alejado de intervenciones innecesarias.
Si a diario sales de tu casa sin la vía y sin meterte un desfibrilador en el bolso (a pesar de que es relativamente probable que diñes de un infarto o por resbalarte con un montón de hojas húmedas), ¿por qué cuando las mujeres estamos de parto debemos someternos a la canalización de una vía intravenosa? La vía es molesta, restringe nuestros movimientos (a muchas nos da “cosa” que se nos mueva, aunque nos digan que eso no puede pasar) y nos obliga a estar pendientes de ella en unos momentos en los que necesitamos concentrarnos en nuestro cuerpo y nuestro bebé.
Por si fuera poco, una vez colocada es muy fácil que nos coaccionen para meternos oxitocina (ya que estamos en el hospital, aceleremos la cosa un poquito, si se la ponen a todas no será tan mala...) o incluso que nos la pongan a traición (¡si supiérais a cuántas mujeres se la han colado diciendo que era suero!).
Queremos recordaros que el parto normal debe ser atendido por comadronas y que ellas son las profesionales mejor formadas para detectar cualquier posible complicación que requiera intervención ginecológica. Y, de ser necesaria medicación por vía intravenosa, se tarda “cero coma” en tener la vena a disposición de los sanitarios, así que queremos reivindicar nuestro derecho a escoger.
Para nosotros, la vía simboliza la primera de una cascada de intervenciones que solo deberían producirse cuando son imprescindibles. Por desgracia, a diario vemos lo contrario: que los partos, en este país, siguen atendiéndose con rutinas obsoletas y a menudo injustificadas e innecesarias. Queremos poder elegir. En un hospital están preparados para actuar con rapidez frente a cualquier imprevisto y no es imprescindible y mucho menos obligatorio llevar el tubito en la mano. Afirmar lo contrario es llamar ineptos a los profesionales que allí trabajan.
Que nadie nos obligue a ponernos una vía al llegar al hospital si no lo deseamos.
Venga, ¡no puedes ser tan hipocondriaco en serio!
Ahora es cuando te contamos quiénes somos y de qué va todo esto: somos un grupo de hombres y mujeres que pretendemos convencer a los desinformados y opinólogos varios (algunos médicos incluidos) de que el parto es un acto fisiológico que puede y debe transcurrir alejado de intervenciones innecesarias.
Si a diario sales de tu casa sin la vía y sin meterte un desfibrilador en el bolso (a pesar de que es relativamente probable que diñes de un infarto o por resbalarte con un montón de hojas húmedas), ¿por qué cuando las mujeres estamos de parto debemos someternos a la canalización de una vía intravenosa? La vía es molesta, restringe nuestros movimientos (a muchas nos da “cosa” que se nos mueva, aunque nos digan que eso no puede pasar) y nos obliga a estar pendientes de ella en unos momentos en los que necesitamos concentrarnos en nuestro cuerpo y nuestro bebé.
Por si fuera poco, una vez colocada es muy fácil que nos coaccionen para meternos oxitocina (ya que estamos en el hospital, aceleremos la cosa un poquito, si se la ponen a todas no será tan mala...) o incluso que nos la pongan a traición (¡si supiérais a cuántas mujeres se la han colado diciendo que era suero!).
Queremos recordaros que el parto normal debe ser atendido por comadronas y que ellas son las profesionales mejor formadas para detectar cualquier posible complicación que requiera intervención ginecológica. Y, de ser necesaria medicación por vía intravenosa, se tarda “cero coma” en tener la vena a disposición de los sanitarios, así que queremos reivindicar nuestro derecho a escoger.
Para nosotros, la vía simboliza la primera de una cascada de intervenciones que solo deberían producirse cuando son imprescindibles. Por desgracia, a diario vemos lo contrario: que los partos, en este país, siguen atendiéndose con rutinas obsoletas y a menudo injustificadas e innecesarias. Queremos poder elegir. En un hospital están preparados para actuar con rapidez frente a cualquier imprevisto y no es imprescindible y mucho menos obligatorio llevar el tubito en la mano. Afirmar lo contrario es llamar ineptos a los profesionales que allí trabajan.
Que nadie nos obligue a ponernos una vía al llegar al hospital si no lo deseamos.
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